Destinos
Vista desde uno de los puntos más altos de la isla.
Brasil se caracteriza por tener infinidad de lugares maravillosos y la Isla de Boipeba es uno de ellos. Con una población de más de 2000 habitantes permanentes, este lugar donde el tiempo corre en una frecuencia paralela, recibe a diario turistas que buscan desconexión total y entrar en pleno contacto con la naturaleza.
Si querés saber como llegar a la Isla de Boipeba, te recomiendo leer el post de las Playas de Moreré, igual te hago un resumen. Avión al aeropuerto de Salvador, de ahí combinar a Morro de Sao Paulo para pasar la noche, y al otro día, una hora de 4×4 y bote hasta Boca da Barra, el puerto de la isla.
En la isla el tiempo parece que corre mucho más lento que en cualquier cuidad del mundo, el día transcurre lento aún así nunca baja la intensidad. El contacto con la naturaleza es permanente y durante el día puede haber momentos de lluvia, otros de nubes y algunos de sol.
Algunos de los planes para el día pueden ser caminar por la playa, leer un libro a la sombra de una palmera, nadar en las piscinas naturales o esperar a la tardecita para ver cómo cae el sol.
Vista desde la casa alquilada con vista al mar y bajada a la playa.
Al llover casi a diario, el cielo y el mar regalan hermosos colores.
El ritmo del pueblo tiene una hermosa intensidad. Gritos de pescadores, grandes parlantes -de dudosa calidad- donde suena la música brasilera más caliente y a todo volumen, le dan una impronta única al lugar. Locales de información turística, restaurants, boutiques, tiendas para celulares, mercaditos y pequeños hoteles son algunos de los comercios que se pueden encontrar.
Las lanchas son fundamentales para salir de pesca y trasladar turistas.
Hombres locales jugando una partida de dominó.
Una recorrida diaria por el pueblo donde hay pequeños mercados y comercios.
La zona de la plaza principal es el lugar con mayor movimiento.
El burro es el animal más utilizado para el trabajo ya sea tirando carros o cargando pesadas bolsas.
La Iglesia del Divino Espíritu Santo fue construída en el siglo XVII.
Vale la pena tener en cuenta a esta isla para ir a conocer en algún viaje a Brasil. Si bien es engorroso llegar, el viaje es parte de la aventura, tanto a la ida como a la vuelta.
